En el siglo XVII y en nuestro siglo…
El otro día fui a ponerme la vacuna contra la gripe y acabé contestando a un test sobre violencia de género…
La verdad es que me sorprendió, pero la enfermera me explicó que le estaban haciendo una serie de preguntas sobre el tema a todas las mujeres desde los 13 años.
Le dije que no me importaba contestar a sus preguntas pues, si mi experiencia puede ayudar a otras mujeres, siempre estoy dispuesta a ello.
En la primera pregunta ya me tuvo que aclarar un poco el tema, eso demuestra lo confundidas que estamos a veces aún las mujeres con el maltrato, pues me preguntó si había sufrido maltrato emocional o físico. Le contesté que psicológico y ella me volvió a repetir la pregunta, ellos lo llaman “maltrato emocional”, definición que me parece mucho más acertada que maltrato psicológico. Así que, mi respuesta fue un sí rotundo. Y es que, lamentablemente yo sufrí en otro tiempo ese tipo de maltrato.
Después me preguntó si aún seguía sufriéndolo y le dije que no, que a esa persona la había dejado hacía años. Y la mujer no pudo evitar darme su opinión con un amable… Bien hecho, eso es lo que hay que hacer, porque empiezan con el maltrato emocional, siguen con el maltrato físico, y acaban matándote.
Si un hombre es incapaz de respetar emocionalmente a una mujer, a la larga será incapaz también de respetarla físicamente.
Porque, cuando se quiere de verdad a una persona, uno no puede hacerle daño ni siquiera emocionalmente pues sufre también por el hecho de hacerle daño. Si yo pienso en hacer daño a la persona que amo y me imagino que sufre por mi culpa, me siento tan mal y siento tanto dolor por él, que eso me demuestra que yo no sería capaz. Y sí, todo el mundo puede equivocarse una vez y pedir perdón, pero ya se sabe que el que maltrata pide perdón mil veces con la única idea de continuar maltratando y por supuesto, nunca corrige su comportamiento. Y eso, desgraciadamente, lo sabemos la mayoría de las mujeres.
Pero volviendo al tema, en el que reconozco que me es difícil mantenerme objetiva, pues me tocó personalmente (como a la mayoría de las mujeres), me doy cuenta de que siempre fue dificilísimo ser mujer.
En mi última novela “Los mares del alba” el tema del maltrato físico aparece como fondo para la historia de una de las mujeres protagonistas. Lo malo es que, en aquella época, era lo normal sufrir los golpes que propinaba el marido. Un marido que, además, lo era por conveniencia, y casi nunca por amor. Un esposo al que solía venderse literalmente a la hija o hermana para ser su esposa, y que, por tanto, si creyendo que aman les es fácil a algunos maltratar, imaginad si encima la esposa es para ellos una compra, como su caballo, su casa, etc.
En el siglo XVII, la mujer era eso, un pago, un regalo, una venta, una transacción… o como lo queráis llamar, pero desde luego nunca una verdadera esposa. Por lo tanto, se le trataba como si no fuese una persona, con deseos, emociones, dolor, miedo, etc., daba igual lo que ella sintiera y daba igual si sentía.
Lo que me horroriza es que ahora, en el siglo XXI, sigamos siendo igual para muchos hombres. Ahora no nos compran, ni pagan a nuestros progenitores por nosotras, ni nos dan a cambio de un camello. Ya no somos moneda de cambio, ahora nos encuentran y dicen amarnos, nos enamoran, nos hacen confiar y creer que somos realmente personas para ellos, y después, nos encontramos con el dolor y la crueldad de golpe. Y una vez en ese punto, es muy difícil salir ilesa. La mayoría salen vivas, gracias al cielo, pero hay cada vez más muertas. Y eso es una señal de que esta sociedad y este mundo no van bien, pues hay hombres que no son correctos, no son sensibles, ni solidarios, ni respetuosos, no parecen personas, sino bestias. No los compararía nunca con animales pues los animales nunca harían eso
Ese tipo de hombre que hace daño a una mujer, es un hombre inseguro que se siente inferior y por eso precisamente se muestra prepotente. Es un hombre que teme a la mujer a la que hace daño y por eso le hace daño. Pero la teme por su propia estupidez e inseguridad. Nosotras no tenemos la culpa de nada y esto es algo difícil de aprender cuando estás metida en una tortura semejante. Pero me encantaría que todas las mujeres lo comprendieran: NO TENEMOS LA CULPA.
Las mujeres de mi novela, llamadas “mujeres sabias” lo son porque aprenden a valorarse y a ayudarse unas a otras. Se reconocen como hermanas ante el dolor, el temor, la intimidación, y la falta de respeto de los hombres. Y aprenden a distinguir a un hombre de verdad, a un hombre que es buena persona y que se valora a sí mismo, de un monstruo incapaz de amar ni de amarse. Y ese es el verdadero motivo de tanto dolor, la falta de amor por uno mismo.
Las mujeres sabias de “Los mares del alba” se aman a sí mismas y aman a los hombres que las aman de verdad. Y en un tiempo en el que ser mujer significaba ser esclava, amarse a una misma era la mayor revolución interior y exterior que alguien puede hacer, y sigue siéndolo. ¡Qué valientes eran y qué valientes somos las mujeres!
Ojalá no olvidáramos nunca que lo somos, que dentro de nosotras existe una sabiduría tan honda que nos hace capaces de intuir antes de saber. Ojalá no confundiéramos tanto los sentimientos, por no escuchar esa sabiduría interna que poseemos.
De todos modos, soy optimista y creo que las mujeres que nos dedicamos a transmitir a otras mujeres (y también a los hombres) el valor que hay en nosotras y en ellos, ponemos nuestro granito de arena para que esto cambie a mejor. Y estoy segura de que así será. Y llegará un día en que no vaya a vacunarme y me hagan un test sobre violencia de género, sino sobre el amor por uno mismo, por ejemplo. ¿Verdad que sería maravilloso?
¡NI UNA MÁS, NI UNA MENOS!
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Artículo publicado en la revista Cé CHIC para mentes abiertas.
Mar Cantero Sánchez
Autora de “Los mares del alba”, (Plan B, Ediciones B/ Penguin Random House)
Directora de la revista Cé CHIC para mentes abiertas
Siempre me he preguntado, el poruque de la violencia contra la mujer; no es ella mísma la que la provoca, no se a cien y a ciertas cual es el movimiento actual que se genera en varias partes. Pero reeducar a una persona adulta es una tarea muy difícil, no es más facíl educar a la mujer para que cuando tenga hijos varones les enseñe el respeto a su madre, los valores y la relación con ella y las demás mujeres no importando la edad. Y no lo sobre proteja y trate de buscarle una “buena mujer” como novia y la mayoría de las veces como esposa. No se genera la violencia del hijo contra su hermana, ella en la mayoría de las veces tiene que realizar tareas que le corresponden.
Las leyes se escriben nacen, pero quien las obedece y quien las aplica, no la mayoría de los jueces son hombres, no las mujeres justifican a sus hijos y a sus esposos, no lo que desean las mujeres adultas lo deben enseñar a sus hijas desde que son concebidas, soy de procedencia militar y me enseñaron en el Colegio que las leyes son para respetarlas y no violarlas ya que eso genera un castigo, si esa enseñanza se realiza a partir de los 15 ó 16 años en un colegio militar, la sociedad civil y militar; hace que se contaminen con y que lo unico que cuenta es la posición social ($).
Realmente se podra integrar una familia hombre y mujer con todo lo ¿cómo hacerlo?que se pide; aunque a veces no se dice el ¿el cómo hacerlo? tal vez porque solo tuve dos hijas y no tuve varones pero creo que lucharia contra nuestros genes para ser un poco mas tolerantes y mas educados, llamando educación entre muchas cosas a leer el Manual de Carreño, espero que su movimiento no sea solo legislar sino enseñar y vigilar que se cumpla la enseñanza y obvio debe haber un “castigo” cuando no se cumpla. Qué esto tal vez pueda generar otro movimiento…………
La clave es practicar con el ejemplo, como en todo. Gracias por tu comentario, Marcial Riviello Arroyo.